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Sorda, la dificultad de escuchar en un mundo mudo.

  • Writer: Carlos Mera
    Carlos Mera
  • Apr 17
  • 4 min read


Título original: Sorda.

Año: 2025.

Duración: 99 min.

País: España.

Dirección: Eva Libertad.

Guión: Eva Libertad.

Reparto: Miriam Garlo, Álvaro Cervantes, Elena Irureta, Joaquín Notario.

Género: Drama | Discapacidad. Discapacidad auditiva. Maternidad.


La maternidad ha sido, desde los inicios del cine, una de las temáticas más poderosas y complejas que se han explorado en la pantalla grande. No es solo un rol biológico o social, es una experiencia profundamente humana que ha sido retratada de mil formas distintas, desde la ternura absoluta hasta el sacrificio silencioso, pasando por el conflicto, la pérdida, la esperanza y el renacer. El cine ha reflejado la maternidad como un espejo de la sociedad. En sus primeros años, las madres eran representadas principalmente como figuras idealizadas: cuidadoras abnegadas, pilares del hogar, ejemplos de amor incondicional. Películas clásicas como “Imitation of Life” o “Stella Dallas” mostraban a mujeres que sacrificaban todo por sus hijos, reforzando una imagen casi sagrada de la madre. Sin embargo, con el paso del tiempo y el cambio de los valores culturales, las representaciones comenzaron a diversificarse. Hoy, la maternidad en el cine se muestra en toda su complejidad, ya no se limita a un estereotipo; ahora también puede ser incómoda, ambigua, contradictoria. Películas como “Toni Erdmann”, “Room”, “Lady Bird”, o "La hija oscura” presentan madres reales, humanas, que también sienten culpa, frustración, soledad y dudas. Se nos muestran mujeres que aman a sus hijos, pero que también necesitan encontrarse a sí mismas, que luchan con sus decisiones y que, a veces, simplemente no encajan en la idea tradicional de lo que "debería ser" una madre.


La cineasta Eva Libertad pretende dar su propia visión de la maternidad mediante una persona sorda, su primer largometraje presenta a Ángela, una mujer sorda, va a tener un bebé con Héctor, su pareja oyente. El embarazo hace aflorar sus miedos frente a la maternidad y sobre cómo podrá comunicarse con su hija. La llegada de la niña genera una crisis en la pareja y lleva a Ángela a afrontar la crianza de su hija en un mundo que no está hecho para ella. 


Esta película nace a partir del cortometraje del mismo nombre, lanzado en 2021, que no solo fue bien recibido por la crítica, sino que además consiguió una nominación en los premios Goya. Por eso, es una auténtica alegría ver cómo aquella semilla, tan potente y prometedora en formato corto, ha podido crecer y transformarse en un largometraje que no solo mantiene su esencia, sino que la amplifica y la profundiza. “Sorda” se presenta como una de las películas españolas más destacadas que nos deja este 2025, una obra íntima, valiente y profundamente humana que sin necesidad de artificios, se mete bajo la piel y deja una huella emocional difícil de borrar. Más que una simple historia, es una experiencia que invita a escuchar de otra manera, a mirar con otros ojos y, sobre todo, a sentir desde un lugar más empático y real.


La película gira en torno a la familia, a la identidad, y a ese anhelo universal de encontrar nuestro lugar en el mundo, de encajar sin perder quiénes somos. Pero también habla de la comunicación más allá de las palabras, de los silencios que también dicen cosas, y de cómo a veces lo que más une no es lo que se dice, sino lo que se comparte en silencio. “Sorda” tiene la capacidad de conectar con cualquiera que esté dispuesto a abrirse a su ritmo, a su sensibilidad, y a su verdad. Encabezada por una actriz descomunal como lo es Miriam Garlo, “Sorda” encuentra en su protagonista una fuerza interpretativa tan auténtica como conmovedora. Garlo ofrece una actuación profundamente real, íntima y única, no actúa un personaje: lo habita, lo vive y nos invita a vivirlo con ella. La cámara la acompaña sin prisa, permitiéndonos conocer sus gestos, sus silencios, sus emociones más contenidas. Y esa cercanía es tan poderosa que, hacia el final de la película, el espectador ya no la observa desde fuera, la siente desde dentro, como si por un momento habitáramos su piel, su mundo, su forma de percibir. En la otra cara de esta historia tenemos a Álvaro Cervantes, quien también brilla con una interpretación sólida y llena de matices. Su personaje, con el que probablemente conectemos más al principio por compartir nuestra misma manera de experimentar el entorno, nos sirve de puente emocional para adentrarnos poco a poco en el universo de Ángela. Juntos construyen una dinámica compleja, humana y profundamente creíble, en la que las diferencias no se esconden, sino que se exponen con franqueza. Lo hermoso de esta relación es cómo ambos personajes, desde lugares distintos, aprenden a convivir con lo nuevo: con los desafíos, con las incomodidades, con los miedos que surgen cuando el amor tiene que adaptarse. Los vemos enfrentarse a las pequeñas y grandes barreras de la convivencia, aquellas cosas que les molestan, que no entienden del otro, aquello que temen, y que solo pueden superar si lo hacen juntos. Es un viaje compartido, lleno de tropiezos, pero también de ternura y crecimiento. Porque, como suele decirse, el amor verdadero no se basa en la perfección ni en la facilidad, sino en la voluntad de comprender, de escuchar más allá del sonido, de abrazar lo diferente.


Y ahí es donde la película logra algo hermoso y transformador: nos lleva de ser simples oyentes a convertirnos, poco a poco, en alguien más dentro del mundo de Ángela. No como observadores externos, sino como cómplices, como testigos que aprenden a ver el mundo de otra forma. “Sorda” no solo cuenta una historia de amor entre dos personas y lo que ese amor es capaz de ofrecer; cuenta también una historia de amor con el cine como lenguaje inclusivo, como puente entre experiencias distintas, como lugar de encuentro emocional. Visualmente cuidada y narrativamente honesta, esta película no solo se posiciona como un logro artístico, sino también como una declaración de intenciones: el cine español está apostando por contar historias diversas, necesarias y emocionalmente auténticas. Y “Sorda” es, sin duda, una de esas historias que merecen ser vistas, sentidas y celebradas.

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