La chica de la aguja, sufrimiento femenino ultraestetizado
- Andrei Theodor Stamate
- Mar 27
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Título original: Pigen med nålen / La chica de la aguja
Año: 2024
Duración: 115 min.
País: Dinamarca
Dirección: Magnus von Horn
Guion: Line Langebek Knudsen, Magnus von Horn
Reparto: Victoria Carmen Sonne, Trine Dyrholm, Besir Zeciri, Joachim Fjelstrup
Género: Drama. Thriller / Adopción. Maternidad. Basado en hechos reales
Ha llegado a las salas de cine de nuestro país la representante de Dinamarca para el Oscar a Mejor Película Internacional, La Chica de la Aguja. Un drama expresionista, que juega con el terror para cuestionar el lado oscuro de nuestra humanidad. Una obra densa, basada en hechos reales, que expulsará de la sala a más de una persona por su agotadora propuesta ultraestetizada sobre el dolor de las mujeres. Sin embargo, la cinta ofrece complejidad en los personajes, un aspecto que cuesta encontrar en el cine moderno.
Karoline es una obrera textil, costurera en un Copenhague grisáceo, que le cuesta encontrar la estabilidad económica porque el sistema la desestabiliza constantemente. El primer sufrimiento que padece Karoline es un desahucio. La protagonista sufre la soledad en un mundo arruinado por la Primera Guerra Mundial, donde la locura y la violencia invaden las calles de la ciudad. Con su marido desaparecido, ella intenta tener un amorío con el jefe de la fábrica, y así soñar con su particular ascensor social para salir de la mugre en la que se encuentra. No solo no lo consigue, ya que la familia de ese amante burgués quiere mantener limpio su linaje, sino que se lleva de regalo, valga la ironía, un embarazo. Abandonada a su suerte, Karoline decide abortar, y en ese momento los demonios de un sistema patriarcal se le aparecen en forma de una anciana aparentemente amable. Esta señora la persuade de que no cometa tal acto y ofrecer, en cambio, al bebé en adopción de manera clandestina. El vínculo que une a Karoline y la anciana consagra la transformación del drama al terror en la cinta.

La chica de la aguja es una profunda reflexión sobre los rechazados de la tierra, especialmente las mujeres pobres, lumpen y obreras. Unos versos al más puro estilo del expresionismo alemán para retratar los rincones oscuros de nuestra humanidad. Karoline sufre un desahucio, su ascensor social falla, es traicionada en el amor, su pasado la persigue y el sistema de salud no acoge sus demandas para abortar. La violencia es sempiterna y omnipresente. En cada rincón y en cada sombra, Karoline sufre. Y es agotador, especialmente para el espectador.
La película ofrece cuestiones interesantes para reflexionar, pero el camino para pensarlas está plagado de piedras. Se me parece a una película de Michael Haneke, donde la desesperanza y la desilusión genera reacción y pesimismo. Esta forma de hacer cine es profundamente atractiva para las almas apagadas, pero el público mayoritario huirá de las salas. El desapego que me genera es potenciado por la estetización extrema de esa oscuridad que persigue a la protagonista. La nube gris que sobrevuela constantemente la figura de Karoline, así como el patriarcado que siempre vigila a las mujeres, es un elemento de violencia que se repite demasiado durante la película. La carga dramática y de terror que genera esa violencia queda anulada por momentos por su desproporcionada dosis.
Es una película que ofrece ideas tan interesantes como la rotura con el esencialismo que se le atribuyen a las mujeres. La visión tan oscura que se plantea en la cinta aborda la cuestión de la naturaleza angelical que el patriarcado le ha atribuido a las mujeres (en contra de la voluntad de muchas). La trama de retorcidos vuelcos dramáticos habla de la compleja humanidad que habita en cada persona, viéndose la dualidad del bien y el mal en los personajes femeninos de la cinta. Es abrumadora la actriz principal, que consigue retratar en su actuación y diálogos la fuerza de estos debates. Si se aguanta la pesadumbre de la cinta, se acaba con pensamientos y formas cinematográficas poco convencionales para el cine que nos vomitan las productoras hoy en día. Al hilo de esta última idea, recuerdo y reivindico las palabras de la asambleísta ecuatoriana Rosana Alvarado en la Asamblea Nacional, en julio de 2012, donde sabiamente dijo:
«Entiendo que la mujer, si no es prostituta, es tonta. Pero si no es ninguna de las dos, lo que sí está seguro es que es mala. Las mujeres no somos ni malévolas, ni malignas, no engendramos al demonio ni tampoco somos santas o que nos santificamos cuando llegamos a ser madres. Las mujeres somos mujeres.»
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