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Estado Eléctrico, ¿El nuevo fracaso de Netflix?

  • Writer: Carlos Mera
    Carlos Mera
  • Mar 17
  • 3 min read


Título original: The Electric State

Año: 2025

Duración: 128 min

País: Estados Unidos

Dirección: Anthony y Joe Russo

Guion: Christopher Markus, Stephen McFeely

Reparto: Millie Bobby Brown, Chris Pratt, Ke Huy Quan, Stanley Tucci

Género: Ciencia ficción. Aventuras. Acción. Fantástico | Thriller futurista. Robots. Años 90.

Temas: Distopía


En el año 2018 se publicó The Electric State, una novela gráfica escrita e ilustrada por Simon Stålenhag (Tales from the Loop, Things from the Flood). Una obra que combina ilustraciones digitales con una narrativa melancólica y distópica. La novela tuvo una recepción muy positiva tanto por parte de los críticos como del público, consolidando aún más a Stålenhag como un referente en la narrativa visual y la ciencia ficción retrofuturista.


En 2020 se anunció que los cineastas Anthony y Joe Russo (Avengers: Endgame, Cherry, El agente invisible) estaban desarrollando una adaptación cinematográfica.


Cinco años después llega directa a streaming Estado Eléctrico, la versión cinematográfica de la novela, disponible en Netflix. La película nos sitúa en un futuro distópico donde los avances tecnológicos y la inteligencia artificial han alcanzado niveles desbordantes. Michelle, una joven huérfana, se embarca en un viaje a través de una América devastada junto a su inseparable robot y a un vagabundo excéntrico, en busca de su hermano menor desaparecido.


Estado Eléctrico se presenta como el nuevo gran blockbuster de Netflix, una ambiciosa producción que busca convertirse en un éxito rotundo. De hecho, ya se ha coronado como la película más cara en la historia de la plataforma, con un presupuesto de 320 millones de dólares. La gran pregunta es: ¿será rentable esta nueva apuesta?


Es evidente que se trata de una jugada arriesgada: no forma parte de ninguna franquicia cinematográfica establecida, lo que la convierte en una propuesta relativamente original dentro del catálogo de la compañía. Sin embargo, resulta desconcertante que Netflix haya destinado semejante cantidad de dinero a una película que, en muchos sentidos, se siente insustancial y vacía. No es una historia innovadora ni especialmente profunda, sino un producto de consumo rápido, diseñado para ser visto sin mayor trascendencia. Una típica película de sobremesa.


Dicho esto, Estado Eléctrico cumple con su objetivo: entretener y ofrecer un rato de desconexión del mundo real. Su tono familiar y su enfoque hacia un público más juvenil lo dejan claro desde el principio. En este sentido, los hermanos Russo han apostado por un elenco de renombre para asegurar su atractivo comercial, con Millie Bobby Brown (Stranger Things, Enola Holmes) y Chris Pratt (Guardianes de la Galaxia, Jurassic World), dos de las estrellas más populares del momento. Su participación no solo garantiza visibilidad mediática, sino que también funciona como una estrategia de marketing efectiva para atraer espectadores.


El resto del elenco no termina de funcionar del todo. Si bien Millie Bobby Brown y Chris Pratt logran construir una pareja protagonista con química y carisma, el mismo nivel de energía no se refleja en los demás personajes. Es curioso, e incluso poético, que los robots terminen teniendo más personalidad y emoción que los propios humanos.


Este problema se hace aún más evidente cuando los villanos —Stanley Tucci y Giancarlo Esposito— son desaprovechados en roles planos y sin impacto real en la historia. Sus personajes carecen de profundidad y presencia, lo que hace que su amenaza se sienta débil y poco memorable. De hecho, insisto: los robots tienen muchísima más personalidad que cualquier ser humano en la película. Sus diseños, así como la interacción que tienen entre sí y con los protagonistas, son lo más destacable.


Además, cuando los efectos especiales son tan logrados y creíbles, es fácil pasar por alto que, visualmente, la película no es particularmente innovadora. Aunque no deslumbra con su estética general, sí consigue sobresalir en el apartado técnico gracias a la calidad de sus efectos visuales.


A pesar de todo, la película nunca termina de funcionar del todo. Es probable que el público menos exigente la disfrute e incluso le encuentre cierto encanto, pero es innegable que se trata de una cinta que oscila constantemente entre lo poco original, lo pretencioso y lo repetitivo.


Tiene aciertos y vale la pena verla, aunque solo sea por el espectacular despliegue de los robots en acción y algunos conceptos interesantes que, aunque no se exploran del todo, aportan algo de valor a la experiencia. Sin embargo, en su conjunto, la película se queda corta, entregando un producto con buenas intenciones pero ejecutado de la manera más mediocre posible.


Al final, solo el tiempo dirá si Estado Eléctrico logra convertirse en el nuevo gran fenómeno de Netflix o si terminará siendo otro costoso experimento fallido.

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